Hemos dormido como lirones. No ha habido nada que perturbe nuestro descanso, bueno sí: un gallo canijo ha estado cacarendo desde bien temprano, pero bueno, no ha molestado en absoluto.
A las 8:30 hemos bajado a desayunar y luego hemos recogido y empaquetado nuestras cosas. Al momento de marcharnos el señor del albergue nos ha dado unas chocolatinas para el viaje y se ha despedido de nosotros. De verdad que son estas personas las que le dan sentido al Camino.
Hasta Triacastela es todo en bajada y pronto estamos allí.

Pasado ya San Xil vamos lanzados hacia Sarria por donde pensamos pasar de largo. En el Camino es mejor no hacer planes, ya que donde menos lo esperas encuentras um motivo para detenerte.
Hemos encontrado un stand de promoción de productos para el cuidado de los pies, y allí que nos hemos quedado un rato charlando con los chavales que nos han dicho que para la bici también valen, así que hemos arramplado con el lote completo: cremas, podómetro y bolas de olor para los zapatos.

Sin prisa, pero sin pausa vamos avanzando. Al pasar al lado del albergue Mercadoiro he visto que en el jardín se estaba celebrando una misa, y me he parado a hacerles unas fotos.

La tarde continúa calurosa, pero como nos decía Vincenzo: "piano, piano, basano e lontano" conseguimos llegar a Portomarin.
Para variar no hay ni un albergue libre. El turismo los ocupa desde primera hora de la mañana. Afortunadamente hay un albergue municipal que ha abierto a las 5 y hemos podido cojer cama.
El albergue no está mal, normalito, las bicis en un cuarto aparte, dentro del local, y además sólo estamos 7 personas, así que me parece que al menos no descansaremos mal.
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